Harold Edward, my immortal favourite.

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viernes, 2 de mayo de 2014

Heey

¿Hola? ¿Sigue habiendo alguien por aquí?
Quería deciros que no voy a continuar ni esta ni ninguna de las otras novelas que estén en mi perfil de blogger.

Peeeeeeeeero, podéis seguir leyéndome en wattpad pincha aquí para ver el perfil de wattpad 
Si alguna quiere contactar conmigo lo puede hacer por twitter también pincha aquí para ver el perfil de twitter o simplemente por whatsapp:) 675365877.

Perdón por comenzarla para después no seguirla y gracias por todo vuestro apoyo.
Repito: La que quiera seguir leyendo mis fics, que me busque en wattpad como 'canadianhotboy' sigo escribiendo y no creo que deje de hacerlo.

Besos y gracias por todo<3

domingo, 19 de enero de 2014

2.- Ethan.

  
<< - ¿Sola a estas horas, Young? + ¿Tú?...>>


Charlotte Young se encontraba 'arreglándose' para ir al supuesto bar donde conocería al chico por primera vez para él. Su misión trataba sobre hacer recapacitar al chico, porque los jefes ya sabían del juego que este se traía entre manos, pero no por boca de Aiden, si no de Jane, ella lo había visualizado y temió que si no se lo contaba a los jefes podría acabar todo mal. Y por esa confesión en ese momento se encontraba dándole consejos a su amiga para que no la fastidiara demasiado. 


 - ¿Nerviosa? - su morena amiga la sacó de su burbuja personal en la que se encontraba rizándose las pestañas con tranquilidad debido a que aún le sobraba tiempo.

 - Un poco. - ella lo reconoció. - ¿Y si me descubre?, ¿qué hago si sabe que soy otra más, Jane? - estaba realmente preocupada por ese asunto, pero no había peligro en ese aspecto, aunque a ella le costara asimilarlo.

 - Como te llevo diciendo desde que estamos aquí, no te va a descubrir. - la morena negó seguidas veces con la cabeza ante la insistencia de Charlotte en ese tema. 

 - ¿Estás segura de eso? - preguntó con cierto temor.


Se estaba comenzando a morder las uñas con desesperación, a parte de ser muy generosa, amable y humilde con todos, era nerviosa, desconfiada y agresiva en ciertas situaciones. Claro estaba que sabía que podía confiar en Jane por encima de todo y de todos, ella no le mentiría jamás, ni aunque la verdad fuera la realidad más dura.


 - Claro que lo estoy. Mis imágenes me ayudaron mucho, al parecer serás el primer ángel que... - la morena calló, no, precisamente no debía decir eso. En parte molestaría a su amiga y a demás de eso, podía ser una confusión, nada era seguro en cuanto a las visiones, dado que el futuro podía cambiar en cuestión de segundos para cualquiera.

 - ¿El primer ángel haciendo qué cosa? - la miró con extrañeza, quería que siguiera hablando, pero no lo haría. 

 - Lo siento, cambio de planes, ya viste que nada es seguro hasta el último segundo. - intentó mentirle como si hubiera visionado algo que no estaba en lo correcto, o que había cambiado de un momento para otro, pero no. La escena se repetía desde hacía un buen rato en su mente.


Charlotte optó por la mejor opción, hizo caso y pasó de esa tema intentando concentrarse en cómo sería su comportamiento o cuáles palabras diría cuando tuviera frente a frente al chico de cabello rizado. Tenía que ganarse su confianza de alguna manera y aún no sabía cómo era que le iba a empezar a hablar. Su mente no podía tardar de ordenarse y eso la ponía de los nervios.
Este ángel castaño, contrario a las reglas establecidas, no era dueña de ningún poder. Veía como los demás ángeles podían cambiar cosas de sitio con una mirada, o quizás adivinar el futuro, como lo hacía su queridísima Jane. No le parecía justo, pero se encontraba feliz en territorio celestial.
En su periodo como humana su vida había sido un auténtico caos, su padre de dedicaba a cosas de las que su madre nunca le quiso hablar, ella se pasaba todo el día atemorizada porque el maldito volviera a casa borracho y se atreviera a ponerle una mano encima. Y todo empeoró cuando atropellaron a Cheryl, la mamá de Charlotte. Quedó inválida y no podía valerse por sí misma, entonces aquel hombre... La castaña vio como su padre disparaba en el el pecho a un niño de menos de diez años. Ese fue el último recuerdo que tuvo del que fue su padre en su vida mortal debido al poder de Nathan, él ángel jefe le había borrado el resto de memoria.

Cuando la castaña estuvo lista para lo que se le venía encima y totalmente arreglada, salió de allí a toda prisa, cogiendo un taxi hacia el local donde esta noche estaría el chico rizado.
Mientras el coche se adentraba por las, iluminadas en ese momento, calles de Brookside. Veía montones de altas farolas encendidas debido a que ya la noche había caído en la ciudad. Los establecimientos cerrados, las calles eran solitarias en ese momento, o en ese tramo. El viento no iba a despeinarla esa noche, le estaba haciendo un favor, soplaba levemente, sin fuerza alguna. 

Pagó al taxista al dejarla frente a aquel local iluminado brutamente por numerosos focos y luces de neón por todas partes. La gente se agolpaba fuera, unos gritando, otros dejando que el alcohol corriera por sus organismos, llenando sus pulmones de humo y gente ajena a la situación esperando en la cola para entrar o quizás en pleno intercambio de saliva. A la chica le atemorizó ver eso después de no haber visto situaciones así en todo el tiempo que llevaba con los ángeles... Se dio cuenta de que ella podía haber sido una de aquellas chicas haciendo cosas indebidas si no hubiera sido por el asunto de descubrir al ángel. 
Se ajustó el vestido para aparentar normalidad mientras caminaba hacia la cola, ya había empezado a arrepentirse de haber ido a aquel sitio, le esperaba un buen rato de pie para entrar a tener un primer contacto con Harry y eso la desesperaba inimaginablemente.

Un cuarto de hora después comenzó a maldecir por lo bajo, los zapatos la estaban molestando y desde que había llegado tenía a un grupo de cinco chicos detrás suya haciendo cola también, pero estos la miraban descaradamente y ya estaba cansada de sus intimidantes posiciones y de las continuas miradas poco indiscretas por parte de todos ellos.

 - ¿Tú en un lugar como este, Young? - ella se dio la vuelta para reconocer el rostro de quien le estaba hablando. No reconocía su voz, pero se le hacía un tanto familiar.

 - ¿Tú...? - ella intentó saber quién era aquel chico de ojos verdes que le parecía tan raramente cercano.

 - Vaya, ¿ya no me recuerdas? - se abrió paso entre toda la fila para llegar hasta ella. - Ethan, fui tu compañero de clase antes de que te fueras de Brookside, ¿realmente no te acuerdas de mi? - preguntó él con familiaridad revolviéndose hacia un lado el cabello,  que le aparentaba dar un aspecto desenfadado.



Aquello la sacó de su burbuja, si no fuera por Nathan ahora recordaría al que decía ser su compañero, aunque también pensó que si sabía su apellido era por algo. Y su rostro le recordaba a alguien pero su mente no lograba descifrar de quién se trataba el parecido. El pelo del tal Ethan era revuelto, despeinado, casual. Sus facciones estaban bien colocadas, en perfecta simetría unas con otras. Le mostró sus dientes, su cuidada dentadura, realmente parecía que le brillaran. Actuó conscientemente mirando a su compañero de cola a los ojos, verdes, grandes y con unas pestañas largas y rizadas que cubrían sus ojos, su nariz en proporción adecuada con su rostro y unos labios finos y rosados. Llevaba una camiseta blanca de pico que mostraba la parte de arriba de su torso bien cuidado, un tatuaje adornaba justo la parte derecha casi tapada por la camiseta. Estuvieron charlando un rato más sobre tonterías que quizás a ella le vendrían bien saber para intentar aparentar ser la humana de antes.
La distrajo cuando tiró de su brazo para avanzar un poco más en la larga cola.


 - Esto me cansa, creo que me voy a acabar yendo a casa. - ella advirtió al chico que le había acompañado, al chico que se había plantado frente a ella sin invitación previa.

 - Espera. ¿Me das un momento? - él preguntó antes de mirar hacia la puerta del local colapsada de gente. - ¡Logan! - Ethan gritó el nombre de un chico a lo lejos, para hacerle llamar.


Segundos después un mastodonte de dos metros estaba con ellos dos, miraba descaradamente a la chica, quien se sentia demasiado cohibida como para articular palabra en ese momento. Al parecer el tal Logan era uno de los vigilantes de seguridad del local y se llevaba bastante bien con Ethan. A ella le resultaba tan extraña la sensación de tener a un tipo mirándole el pecho continuamente que incluso llegó un momento en el cual se agarró al brazo del que iba a ser su acompañante, para intentar aparentar algo que no era ante él.
El mastodonte hablaba alto, pero ella no prestaba la más mínima atención a ninguna de sus palabras, aún la idea de que Harry la reconociera le daba pánico.


La castaña y Ethan consiguieron entrar al local en cuestión de minutos, al parecer su acompañante tenía contactos y los usaba cuando le placía. 
Ella se fijó en la inmensidad de aquel oscuro sitio, el cual solo estaba alumbrado por unas pocas luces débiles. La gente se amontonaba en la barra por más bebida y eso le producía repugnancia, debido a que recordaba a su padre siendo presa del alcohol. Miró hacia todos lados, la gente bailaba aturdida, otros gritaban, saltaban... Y allí lo vio, mirándole de arriba a abajo, con sus penetrantes ojos verdes. Harry Styles se había dado cuenta de que ella existía.

Ahora Charlotte lo tenía claro, iba a poder con eso, ella iba a conseguir la confianza de Harry como fuera.
Los ojos penetrantes de él no se apartaron de ella, así que decidió acercarse a hablarle, su plan comenzaba ahora.


jueves, 16 de enero de 2014

1.- Bajada a la Tierra.





<<+Adam, estoy lista. -Perfecto querida.>>

Nadie comprendía su manera de ver las cosas, nadie entendía su continuo estado negativo, ni tampoco la razón por la que llevaba todo este tiempo cerrado a todo aquel que se dignara ha acercarse.
No hablaba con nadie a excepción de los jefes. Todos los ángeles tenían asumido que no podían hacer nada con Harry. Muchos le negaban las palabra por miedo, otros por el simple hecho de llevarse una contestación de lo menos agradable.
Siempre lograba cualquier meta que se le ocurriera a su preciada mente, nunca se le escapaba algo de las manos, era bastante inteligente.
A demás de eso, era mentiroso, astuto y de lo más bello para la vista, por lo que muchos ángeles de género femenino babeaban el suelo al verlo pasar, este no se dignaba a decir nada, ni siquiera a mirarlas, simplemente las ignoraba. 
Sufrió, sufrió mucho y la simpleza del asunto es que estaba resentido con todo aquel que se le acercara, odiaba que lo tocaran, nadie podía hacerlo, desde el regreso a entre los ángeles, no había permitido a nadie alguna clase de acercamiento. 
Sólo tenía a una persona digna de su confianza y sólo porque había estado antes en su vida de humano junto a él.
Aiden era lo contrario a Harry. Nunca se comportaba ni hablaba con despecho a nadie, amaba su vida allí arriba y no quería volver a la Tierra. También era de lo más inteligente, pero no de la misma manera que su astuto amigo.
Mientras que nuestro ángel era de cabellos rizados, desordenados y castaños, su amigo, también ángel, tenía el cabello rubio y sin ningún rizo extraño por su cabeza.
El rubio era amable, apuesto, obedecía todo aquello que los jefes le mandaban y su alegría no desaparecía de su alma, siempre a la disposición de aquel que le necesitara.


 - ¿Cuándo bajas? - Aiden preguntó con cierta tristeza en su voz a Harry al verle de aclararse la cara con agua. 


El rubio podía llevarse muy bien con todo el territorio angelical, pero con el chico de cabello rizado tenía una especie de conexión. No eran amigos, eran hermanos, sin lazos de sangre, pero asumían que si tan bien se llevaban el uno con el otro debía ser por algo, para ninguno existían las casualidades.
Todo pasaba por algo en sus existencias, el destino estaba escrito, y el de Harry cambiaría muy pronto.


 - Cuando la chica salga de su casa debería estar abajo. Calculo que sobre una hora y media.


Harry también estaba frío, y ese hecho, su amigo, lo notó con facilidad, ya eran muchos los años que llevaban conociéndose y a demás de eso, Aiden podía leer mentes con suma facilidad. Miraba a esa persona a los ojos y en cuestión de segundos el pensamiento pasaba también a su mente. Sólo necesitaba una pizca de concentración y una mirada.
El rubio sintió tristeza cuando se dio cuenta de que su amigo se marchaba rápido y que él, no podía hacer nada para evitarlo.
También se sentía mal, porque era el único inmortal que sabía sobre los oscuros pensamientos que tenía Harry, sobre las cosas que quería llevar a cabo en la Tierra.
Las ganas que Aiden tenía de contar todo a los jefes eran inmensas, pero no superaban el cariño que tenía a su amigo, él no le traicionaría. Sabía que eso sería un golpe bajo y duro, puesto que el rizado no confiaba en nadie más aparte de él.


 - No lo hagas, Harry. Sabes que esa humana se ha apañado todos estos años sin tu ayuda, no tiene porqué tenerte ahora, ella estará bien. Podríamos decirles a Adam, Thomas y Daniel que escogieran a otro candidato para ella, no se negarían. - el rubio intentó convencer al chico de pelo rizado de esa y muchas otras maneras, pero él estaba empeñado en bajar a la Tierra, allí podría tener su plan realizándose.

 - Ya sabes la respuesta, Aiden. También sabes que la humana no me importa, necesito cobrar lo que me trajo hasta aquí, seguiría con mamá y Ethan en casa si no fuera por ese maldito. - estaba de lo más convencido, no se quedaría en territorio celestial mucho tiempo más.

 - Si sabes que morirá igual. No dejes tus alas, sabes que no podremos volver a vernos si lo haces. Todo empeorará, ¿no lo sabes? Jane lo predijo. Dijo que él moriría en breve, no hagas estoy, sabes que está mal, y sé que te gustan tus alas blancas, no negras.

 - No vas a hacerme cambiar de opinión, no sé porqué sigues insistiendo. Si va a morir en breve, va a ser porque yo lo mate. A demás, me pica la curiosidad, quiero conocer a mi humana.

 - No juegues con fuego, te vas a quemar.


El rubio sabía de qué iba todo este juego, la castaña Jane se lo había contado todo. Ella ya le había comentado que Harry acabaría mal parado en este estúpido juego con la ''humana''. Pero al rizado no había manera de hacerlo entrar en razón.
Definitivamente, ese día cambiarían sus existencias por completo.
Ella no era una amenaza para él, quería ayudarlo. Y sabía que él no la reconocería, básicamente porque en su tiempo entre los ángeles él nunca había dirigido su mirada a ella, aunque tampoco es que llevara mucho tiempo allá arriba, no más de unos pocos meses, que a Charlotte le habían servido para fijarse en lo cerrado que era Harry y se atrevió a preguntar a uno de los jefes, concretamente a Thomas, el porqué de su comportamiento poco adecuado hacia todos. El dichoso ángel jefe le dijo que no era real ese estado del chico de pelo rizado, simplemente intentaba no mostrar sus sentimientos y que quisiera o no, era como otro ángel cualquiera, sólo que un poco más especial. 

Charlotte no era como las demás, ella llegó al cielo por una causa específica, no por su muerte. Había descubierto a un ángel cuidando de una chica cuyo nombre no recordaba a causa de el poder que Nathan había echo actuar sobre ella. Este jefe hacía olvidar pensamientos, imágenes o cualquier cosa que tuviera que ver con la mente. 

 - Adam, Nathan, Daniel. - ella saludó uno por uno, con suma educación, cosa que nunca faltaba en un diálogo.

A su lado, Jane. Su consejera, su amiga, todo cuanto tenía desde que había llegado aquí, era una especie de conciencia que la seguía a todas partes, le brindaba sus buenos consejos y la guiaba siempre por el buen camino, ya que todo lo veía antes de que pasara y eso era un grandioso punto a su favor. Realmente en esos meses, Jane se había ganado justamente la confianza de la castaña. 
Siempre la obedecía en todo, porque Charlotte tenía bien presente en su mente, que su amiga nunca dejaría que le ocurriera nada malo.
Jane había estado intentando decirle que no era lo mejor bajar a la Tierra para hacer lo que estaba apunto de hacer, pero en respecto a esta decisión, estaba siendo demasiado cabezota.
En su mente rondaban varias palabras, pero ninguna lograba cobrar un significado para visionarlo, 'Ethan' era una de ellas, eso podía ser malo, podría ser algún hombre que intentara hacerle algo a su amiga, pero repitiendo lo dicho, su mente no lograba visualizar nada. A lo mejor era el nombre de algún amigo, hermano o algo de Charlotte, no sabía nada, ya que esta, tampoco le había contado sobre su familia humana, por lo que no sabía si preguntar al respecto. Lo único que visualizó fue a su amiga, desquiciada, llorando, en una esquina de mugrienta habitación de paredes blancas, teñidas de suciedad acumulada por el tiempo.
Y eso mataba a Jane, le costaba mucho ver sufrir a la gente y sobretodo si esa gente era tan importante como lo era Charlotte, que por miles de veces que se lo intentó decir, ella no cedió. Estaba cerrada, quería ayudar a ese chico a entrar en razón y a ella le pareció la ocasión perfecta cuando los jefes le comunicaron su nueva misión.

 - Charlotte, Jane - ellos tres asintieron saludándolas, dándole paso a la enorme estancia donde solían encontrarse para ocasiones importantes y esta lo era.

 - Buenas. - Jane murmuró, estaba dolida con los jefes por dejar cometer semejante locura a la castaña.

 - Pueden tomar asiento. - Daniel sonó indiferente, no le agradaba demasiado que Jane estuviera intentando convencer a Charlotte para que se quedara en territorio celestial.


Ellas dos obedecieron con confianza, sabían lo que ocurriría ahora. Una corta y breve charla con ellos y en poco tiempo, la castaña comenzaría su misión. Lo sabía, lo había visto. Jane sabía que la que peor acabaría por culpa de esto sería Charlotte.

 - ¿Ya sabes tus órdenes? - preguntó Nathan integrándose a la conversación por primera vez. 

 - Sí, estoy de acuerdo con todas ellas. Algunas me parecen poco objetivas, pero quiero ayudar en todo lo que sea posible. - 

 - Gracias por hacer esto Charlotte, tienes nuestra confianza y apoyo. Sabes que cuando quieras regresar, podrás hacerlo. Nada te obliga a estar allí, claro está, mientras que cumplas todas y cada una de nuestras normas. - 

 - Ya sé. Sólo quería hacer una propuesta más. - la castaña pidió. - ¿Podría bajar Jane cuando la necesite? Es alguien que me gustaría conservar tanto aquí como abajo y es la única condición que pido por esto. - 


Jane ya sabía que ella haría eso, lo vio en una de sus visiones, por lo que esa decisión no la pilló desprevenida, también sabía la opinión y contestación de los jefes al respecto. Ayudaría en todo lo posible a la castaña, ya que se metería en mil problemas diferentes a causa del chico de pelo rizado.

 - Sin problema. - Daniel habló sin dejar de sonar indiferente, era el que menos, de los jefes, se relacionaba con ángeles.

 - Entonces... Adam, estoy lista. - ella tragó saliva, su voz denotaba algo de extrañeza.


Esa sería la primera vez que bajaría a la Tierra después de comenzar a ser inmortal. Pero asumía que Jane estaría a su lado para guiarla siempre por el camino correcto. 
No es que fuera lo adecuado bajar para cumplir esta extraña misión, pero ella deseaba ayudar al chico, desde la primera vez que se fijó en él se dio cuenta de su continuo estado de animo, de su forma de tratar a la gente, pero no se había dado cuenta de algo, de que nadie lograba tocarle, a excepción de su amigo Aiden.

 - Estamos listas. - la corrigió su amiga.

 - Perfecto querida. -


Ellos llegaron a la estancia con la tranquilidad que emanaban siempre. Harry no lo mostraba, pero se encontraba alterado. Su sangre bombeaba rápido, el corazón no le latía acompasado, estaba desbocado. Se encontraba tan nervioso y tenso por cumplir su propósito que incluso se le taponaron los oídos. Hacía demasiado tiempo que su estado era tranquilo, por lo que ahora, no sabía qué hacer al estar así.

 - Adam, bájame ya. - entró a la sala dando órdenes desde un principio, su comportamiento tenía que cambiar con urgencia cuando bajara a la Tierra, ya se encargaría de eso Charlotte.

 - ¿Impaciente? - Daniel bromeó, pero a el chico de cabello rizado no le hizo gracia alguna, detestaba las burlas y sobre todo si eran hacia su persona.

 - Siempre lo estoy. - ahora le tocaba ser indiferente a él, nadie pasaba por encima suyo, todo bajo control.


Y es que, el poder de Harry trataba sobre la apariencia. Lograba aparentar estar como su mente quería. Si quería aparentar estar nervioso cuando estaba hecho un manojo de nervios, podía conseguirlo y eso era justo lo que estaba haciendo en ese momento.

 - Despídete de Aiden, por lo que me han echo ver, posiblemente no volverás a verle nunca. - 


Harry sintió despreció, confusión y un cúmulo de barbaridades juntas al escuchar las palabras de Nathan. Que quizás llevara razón, porque el quería comenzar con la raza oscura, sus alas oscuras, esas que tanto deseaba.

Pero podría ser que, de un momento a otro, llegara una persona que hiciera que todos esos pensamientos cambiaran, una persona a la cual entregarle sus emociones, sentimientos y secretos, alguien con quien compartir millones de cosas.

jueves, 2 de enero de 2014

Sipnosis.

Todos hablan de los ángeles como si fueran magníficas criaturas de Dios que acuden para ayudarnos, la cosa se queda ahí. ¿Quién dijo que fueran los típicos vestidos de blanco con enormes alas fuertes y grandes? Nadie dijo que sólo fueran así. Y él lo demostraría, él sería quien comenzara la raza de los ángeles oscuros.

Su único deseo era demostrar lo verdadero de un ángel, aunque muchos a él podían confundirlo con el mismísimo diablo. Su cara no representaba lo que su mente pensaba y eso podía ser un grandioso punto a su favor.

Quería hacer pagar a aquellos que le robaron su alma y lo dejaron completamente vacío al igual que una bella estatua de mármol. Él había sido un niño de lo más alegre y feliz en su infancia, pero ocurrió algo en su periodo existencial que le devolvió al cielo. Deseaba hacer pagar con creces todo lo que le habían echo sufrir por no poder volver a ver el rostro de su mamá, este simple hecho para un niño es demoledor. Pero a ese desgraciado que le mandó de nuevo con los jefes arriba no se le pasó por la mente, estaba demasiado cegado por algo. Lo que él no sabía era que aquel tipo le estaba ayudando, porque al fin y al cabo, su madre acabaría peor que él y moriría en la soledad. Aquel hombre que le devolvió a entre los ángeles podría llegar a ser de lo peor, pero todo por una simple razón, su familia. El caso era que nuestro ángel oscuro no sabía eso, si no, esta historia hubiera sido totalmente diferente.

Se llenaba de rabia continuamente, los jefes de allí arriba tenían que soportar su ira diariamente y estaban por acomendar al chico alguna misión en la Tierra para ayudar a algún humano, para ser el ángel guardián de alguien.

Y nuestro ángel era lo que más deseaba, podría cumplir su venganza tranquilamente allí, haría que sus alas se convirtieran en negro azabache, estaba dispuesto a conseguirlo.
Eran sus propósitos, iba a destrozar a aquel que le separó de su madre a aquella temprana edad, iba a demostrar la parte oscura de los Inmortales, porque así eran ellos, lo que menos esperaba era que le ocurriera otra desgracia, sólo lo vería mal él.

Los jefes estaban enterados de su situación y de lo que quería hacer, por lo tanto le pararían los pies. Ellos sabían que él tenía sus momentos de ira y rencor acumulado hacia los humanos, pero también debería demostrar algún buen sentimiento, como amor, por ejemplo.

No le iba a ser fácil.

Él iba a ser descubierto, los jefes sabían qué debían hacer en situaciones así. Pero hasta los mandamás podían equivocarse, o simplemente empezar con su plan demasiado tarde.
Se daría cuenta de cómo se estaba equivocando, y todo gracias a ella, su ángel, o su criatura.

La debía proteger y aunque no lo supiera, era ella quien lo estaba protegiendo a él.